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BLOG Ediciones Catay

Un nuevo texto del Tao Te Ching

Reconstrucción de Yeng Lingfong


 

El profesor Yen Lingfong (1904 - 1999), uno de los más conocidos expertos de Taiwán

en textos clásicos, estudió y evaluó todos los textos que han llegado hasta hoy del

Tao Te Ching y se atrevió a reestructurar el texto original en su libro Explicación de Lao-tse (Taipéi, 1971). Esta nueva versión del Tao Te Ching difiere de la clásica de Wang Pi

en el orden y contenido de los capítulos.

 

José Ramón Álvarez

Taipéi, 23 de septiembre de 2021


A lo largo de la historia, este pequeño libro ha tenido una gran variedad de lecturas e interpretaciones que a su vez han dado una gran variedad de traducciones. Sin embargo, hablar del Tao Te Ching es hablar de un texto del que no sabemos con seguridad ni el autor, ni la fecha, ni el modo de trasmisión, ni la finalidad original que se buscaba con él. Es decir, no estamos ante un “libro” tal como lo consideramos hoy día. Sobre todo porque es muy posible que el contenido no fueran textos escritos para leer, sino más bien de trasmisión oral de maestros a discípulos y que poco a poco se fueran recogiendo para formar un libro, al que después de un cierto tiempo se ponía una numeración en capítulos, sin que eso signifique que haya un orden temático ni lógico, ni mucho menos doctrinal.

El Tao Te Ching no enseña doctrinas filosóficas, sino más bien ofrece dichos o sentencias para enfrentar situaciones y actuar con una determinada convicción y concepción en la vida.

La época en que se supone que aparecen los primeros textos escritos del Tao Te Ching es la del llamado Periodo de los Estados Combatientes (403-221 a. C.). En esta época la sociedad estaba sumida en continuas guerras entre estados y cada gobernante sólo buscaba cómo vencer a sus enemigos y cómo lograr que en su estado reinara la paz y prosperidad. En tal situación los sabios o intelectuales de la época eran los que ofrecían a los gobernantes un mejor plan o ideas para lograr dichos objetivos. No había mucho tiempo para disquisiciones filosóficas ni religiosas. Por eso, es fundamentalmente un libro que ofrece una alternativa mental y práctica para vencer en aquel estado caótico de guerras, traiciones y calamidades. En otras palabras, el Tao Te Ching no enseña doctrinas filosóficas, sino más bien ofrece dichos o sentencias para enfrentar situaciones y actuar con una determinada convicción y concepción en la vida.

El texto que tenemos hoy proviene de una tradición oral que poco a poco se fue transmitiendo en diversas épocas y por diversos autores, dándonos un texto que resulta, desde nuestro punto de vista literario moderno, algo fragmentario, sin conexión clara entre los capítulos, y a veces no muy comprensible. Esto quiere decir que no podemos leerlo como leemos hoy otros libros, de una manera lineal, lógica y como un texto unitario. El texto, de acuerdo con la manera típica china de exposición oral y aun escrita, nos da fogonazos, rayos de luz aquí y allá, llamativas paradojas, negaciones de lo que hoy consideramos correctamente político, sabiduría común y, en resumen, filosofía sapiencial para la vida.

Estamos ante un libro lleno de aforismos y paradojas, que sólo muy tarde se pone por escrito, que no tiene un autor único, que no es sistemático ni intenta desarrollar problemas filosóficos ni explicaciones lógicas o razonadas.

En resumen, estamos ante un libro lleno de aforismos y paradojas, que sólo muy tarde se pone por escrito, que no tiene un autor único, que no es sistemático ni intenta desarrollar problemas filosóficos ni explicaciones lógicas o razonadas, que no tiene un comienzo y un final claros y que desafía las ideas actuales y normales con las que nos acercamos a un libro moderno para leerlo.

De los textos y comentarios antiguos conocidos del Tao Te Ching, el de Wang Pi se ha venido considerando como el tradicional y ha ejercido una gran influencia sobre los comentaristas posteriores. Modernamente, después de los descubrimientos de las tumbas de Mawangtui y Guodian, han aparecido varias traducciones que no siguen el texto de Wang Pi, como por ejemplo la traducción de Iñaki Preciado de ambos textos en su libro Tao Te Ching. Los libros del Tao, Trotta, 2006. El considerar el texto de Wang Pi como el texto tradicional se debe principalmente a que este autor (226-249) fue el primero que escribió un amplio comentario del libro del Tao. Vivió en una época llena de luchas sociales, políticas y militares que duró, con más o menos intensidad, hasta la llegada de la gran dinastía Tang (618- 906). Pero también fue un periodo de gran florecimiento intelectual que sin duda influyó en su pensamiento y en su interpretación de la filosofía taoísta. A pesar de su juventud, el trasfondo familiar de Wang Pi, su conocimiento exegético y filosófico y el contacto con la política y el gobierno de su época le hacen acercarse al texto del Tao Te Ching de manera simple, directa y natural.

La reconstrucción de Yeng Lingfong (1904-1999), famoso intelectual y filólogo chino, consta de 54 capítulos, mientras que la mayoría de las versiones clásicas contiene los 81 capítulos correspondientes con el texto de Wang Pi. Yen Lingfong hizo una nueva versión reestructurada del texto tradicional chino de Wang Pi, que es la que uso yo en mi traducción (Un nuevo texto del Tao Te Ching, ediciones Catay, 2016). Aunque el texto chino en ambas versiones apenas tiene diferencias, el orden y contenido de los capítulos no se corresponden. Para ayudar al lector, en el libro presento primero la traducción de Yen Lingfong y al final la de Wang Pi. En los márgenes de la traducción de Yen Lingfong se indica con un número a qué parte o capítulo de Wang Pi corresponde el texto de Yen Lingfong.


Las razones del profesor Yen para sus cambios de orden en el texto original son todas de crítica textual y razonadas exhaustivamente en su libro Nueva organización de textos y capítulos del Lao-tse (老子章 句新編), Editorial Chung Hua Wen Hua, Taipei, 1954. Una de las razones por las que, según el profesor Yen, el texto original aparece desordenado es por el modo y material de escritura usados en la China antigua. Entonces se escribía verticalmente en seda o en tiras de bambú. En el segundo caso, estas se cosían y se enrollaban, y según se desenrollaban se iba leyendo el texto. Con el uso frecuente se rompían los hilos que unían las tiras y estas se desordenaban. Al volver a ordenarlas era fácil colocarlas mal, cambiando así el texto original. Además, como muchos de estos libros se enterraban acompañando a personajes de la época, con el tiempo se rompían o desaparecían los hilos, quedando sin unión las tiras, que luego, si eran desenterradas, fácilmente se desordenaban.

Esta reestructuración intenta dar más unidad y lógica a todo el conjunto.

El profesor Yen ha dividido su Tao Te Ching en cuatro partes:

1. La Sustancia del Tao (4 capítulos).

2. El Principio del Tao (4 capítulos).

3. Las Operaciones del Tao (25 capítulos).

4. Las Aplicaciones del Tao (21 capítulos).

Esta reestructuración, aunque muchos especialistas no la aceptan por falta de bases lingüísticas y textuales suficientes, es interesante porque intenta dar más unidad y lógica a todo el conjunto, ayudándonos a entender mejor algunos pasajes repetidos o poco claros de la versión tradicional original.


Nunca podremos saber si esta reconstrucción es más fiel al original que la tradicional de 81 capítulos. Pero lo que sí es cierto es que esta nueva reestructuración del texto muestra más claramente el pensamiento unitario del libro.


 

El profesor José Ramón Álvarez es residente en Taiwán desde 1967. Ha sido profesor de Lengua y Cultura Hispánicas en el Departamento de Español de la Universidad Fujen (1982-1990), decano de la Facultad de Lenguas Extranjeras de la misma universidad (1990-1996) y autor de varias obras importantes, entre las que destacan el Diccionario Español­-Chino, Ed. Lambridge (1984), El Tao y el arte del gobierno, Ediciones Continente (1994) y Pronunciación del chino (pinyin) para hispanohablantes, Ediciones Catay (2014).

Se le concedión la Encomienda de la Orden del Mérito Civil en 2006 por Su Majestad el rey Juan Carlos I de España y es máxima referencia sobre el mundo chino y el taoísta natural y filosófico.


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